El pollo Mike y otras historias de pollos sin cabeza que venden casas en Canarias

La más truculenta de todas las historias es la del pobre Mike. El pollo Mike (esto es un caso real. Vas a alucinar y tiene mucho que ver con las compraventas de casas, te lo prometo).

Corría el 20 de abril de 1945, era viernes y un simpático granjero llamado Olsen, un tipo moreno, probablemente con una incipiente calva curtida por sol y casi con toda seguridad, vistiendo un peto vaquero de color azul petróleo, sin camisa por dentro, se dispuso a realizar su faena habitual: preparar sus pollos para llevarlos al mercado o para comer (no lo tengo claro).

La preparación era sencilla. Coger el pollo, cortarle debidamente la cabeza, y ponerlo en la caja destinada a tal efecto en el lustroso remolque de su vehículo.

Ninguna señal del cielo o de la tierra advirtió al granjero del extraordinario milagro que verían sus ojos. Tomó un pollo más, el número 23, cortó la cabeza y este se levantó y caminó, como Lázaro pero en pollo.

El granjero restregó sus ojos sin entender el milagro y corrió a mostrarle el pollo a su mujer, la granjera. El ave decapitada y un poco desequilibrada, dio unos pasos sobre la encimera de la cocina y siguió viendo. Sin cabeza.

Obviamente, el pollo sin nombre fue debidamente bautizado en su tierra natal Phoenix, Arizona, Su nombre: Miguel. En inglés Mike.

Mike terminó triunfando en algunas ferias y eventos populares y fueron muchos los que estuvieron dispuestos a pagar por presenciar el milagro.

No faltaron tampoco los desaprensivos que intentaron hacer caja y repetir la hazaña, que no el milagro, porque esta historia tiene más de ciencia que de magia.

Esto seguro que te interesa:

La clave está en la decapitación fallida. El fatídico y errado corte de cabeza cercenó el pico y los ojos de Mike, la parte delantera del cráneo. Sin embargo; el pollo Mike mantuvo intacto el cerebelo y el bulbo raquídeo. Vamos, que la parte reptiliana del cerebro siguió funcionando en automático.

El granjero, muy vivo, rápidamente intuyó un gran negocio en el supuesto milagro y se afanó en cuidar y alimentar a Mike, como buenamente podía, con un cuentagotas.

 

Y así durante 18 meses. El viejo Olsen mantuvo vivo al pobre Mike a base de alimento diluido y aspirándole los fluidos con una jeringuilla.

 

18 meses que Mike vivió sin cabeza. Una gran hazaña, hasta el punto en que hoy día se celebra un festival en su nombre en el pueblo de Fruita, Colorado.

 

Casualmente, 18 meses es el tiempo medio que tardan los compradores que van en serio, en encontrar una propiedad en venta que se ajuste a su presupuesto y reúna al menos un 70% de las características que buscan.

Durante esos largos meses de búsqueda, no es extraño que los compradores de casas, u otras propiedades vayan en automático, visitando, mirando, visitando, mirando, haciéndose una idea de los precios… como pollos sin cabeza alimentados por el sueño de encontrar una vivienda ideal, que solo existe en sus cerebros (precisamente en la parte que perdió Mike).

Los compradores empiezan buscando un ideal y con el tiempo se dan cuenta de que no tienen presupuesto suficiente o que lo que buscan no existe en su zona preferida, y es así como poco a poco aterrizan en el mundo real y terminan conociendo mejor que tú, vendedor o vendedora, el precio de mercado en sus zonas favoritas.

 

Así que si piensas que puedes conseguir que un comprador actúe como pollo sin cabeza y compre algo en mal estado y fuera de precio de mercado, acuérdate de que los primeros compradores que llegan cuando publicas son:

  • Los más importantes,
  • Los que están maduros,
  • Los que ya han pasado por el proceso de Mike de andar viviendo y buscando, como pollo sin cabeza.

 

Ahora sí, no te olvides de que hay una gran diferencia entre Mike y ellos, aparte de la especie, claro. Los compradores no han perdido la cabeza, en absoluto, y después de varios meses de investigación suelen tener muy claro lo que compran.

 

Dicho esto, ahora es tu turno de actuar, si te parece bien, con sentido y no como un vendedor de casas – pollo sin cabeza.

A veces conseguir un buen comprador es desesperante, pero tranquilidad, no conozco a nadie que haya perdido la cabeza, por más desgaste que te provoque recibir a un curioso tras otro sin llegar al cierre de la venta, o por muchas llamadas de inmobiliarias que recibas cada día… cada día, cada día.

Sin embargo, sí hablo a diario con propietarios que pierden dinero.

Dinero y tiempo. Doblete.

Historias reales, para no dormir de pollos sin cabeza que venden o vendían su propiedad en Tenerife

Aquí algunos ejemplos de vendedores que fueron durante mucho tiempo pollos sin cabeza, (todos reales y casi todos con solución)

Y por cierto: si no quisieras figurar en una lista como esta, puedes llamarme, o suscribirte.

  1. Hermanas que después de varios años pensando en si vender o si no, cuando llegados ciertoss apuros económicos, se ponen manos a la obra, me contactan y descubrimos que la casa no está registrada y que además está en suelo rústico.
  2. Pareja de ancianos que quieren vender para evitar las barreras arquitectónicas de su edificio actual. Después de 2 años tratando de vender su casa por su cuenta, a un precio fuera de mercado, por fin deciden aceptar que les haga un análisis. Tienen claro que deben publicar al precio correcto. Salvado este punto resulta que descubrimos hay cargas con las que no contaban, y cargas que en realidad estaban canceladas, pero que no habían sido registradas.
  3. Compradora que solo consigue el préstamo si pone a una persona y una propiedad como aval. Supuestamente, podía recurrir a su madre y a la casa familiar, en teoría pagada y más que pagada desde hace años. Pedimos nota simple y comprobamos que sigue constando la carga de la hipoteca. Vamos al banco y no solo no estaba pagada la hipoteca, sino que además estaba a punto de recibir una notificación judicial por no afrontar su deuda.
  4. Herederos con una casa de 3 plantas. Autoconstrucción en medio de la ciudad, un edifico de hace 45 años. Tras el fallecimiento de la madre, después de 8 años con la casa cerrada y con miedo a los okupas y a las consecuencias de una falta de mantenimiento galopante, deciden vender. Perfecto. Solicitamos la documentación. Oye, que no hay muchos papeles, nos comentan. La casa no está registrada, así que tenemos que iniciar un largo proceso a partir de unas hijuelas que se deshacen en las manos.
  5. Señor que quiere vender una finca rústica. Suelo rústico. Tiene casa fuera de ordenación y unas buenas huertas en producción. El precio disparatado, como si la propiedad estuviera en suelo urbano y registrada. Recibe ofertas por su cuenta, todas por debajo del precio que él pretende, varias de contado. Dice que jamás ha cerrado un trato porque él no le enseña los papeles a nadie. Ni a las inmobiliarias, ni a los compradores. Que si un comprador le dice que la compra, él le enseña los papeles al notario, firma y chim pum. Una de las ofertas que le hicieron de contado estaba muy muy por encima del precio de mercado de su propiedad y no tan lejos del precio que él esperaba, pero él no estaba dispuesto a mostrar los papeles al comprador, ni a ajustar un poco el precio. Motivación para vender cero. Pollo sin cabeza.

(continuará)